jueves, 28 de septiembre de 2017

Un museo para disfrutar

El transcurso de los años nos hace más viejos, pero del mismo modo que perdemos juventud ganamos experiencia y veteranía.  Estas disyunciones que suelen producirse en situaciones normales también ocurren en el mundo de los videojuegos. Este arte impulsado sobre todo en nuestra época y con mucho menos tiempo a sus espaldas, en comparación con otros como la escultura o a la pintura,  empieza a tener una historia, quizá breve, pero sus avances a pasos agigantados y estos últimos 50 años son más que suficientes para que la tenga.  No me cabe ninguna duda de que todo esto realmente empezó mucho antes, pues para llegar hasta aquí le debemos de dar las gracias a mucha gente del pasado, pues personas avanzadas a su tiempo como Ada Byron ya ayudaron con su labor hace casi 200 años a llegar al punto en el que nos encontramos.



Todo esto os lo cuento porque durante mis vacaciones tuve la suerte de poder ir a Berlín, pues una vez allí aproveche para visitar el ComputerSpieleMuseum, que es para mucha gente (en la que me incluyo) el mejor museo de videojuegos del mundo.  Y no es porque tenga la colección más grande, ni tampoco porque tenga piezas únicas, sino porque lo que muestra es lo imprescindible para comprender el camino que se ha seguido hasta nuestros días.  Un recinto único lleno de posibilidades con las que poder interactuar, repleto de mimo en cada una de sus muestras y con una misión didáctica, que no contrapuesta con la lúdica, en la que podrás vivir momentos inolvidables.  Su precio es irrisorio por lo que aporta, por lo que ves y por lo que puedes disfrutar.



Puedes verlo todo en una hora, o dos, o tres, según la profundidad a la que quieras llegar, e incluso desear que cuando llegue tu hora (ójala sea muy muy lejana) te entierren allí, pero su principal reclamo no son las piezas que hay expuestas, sino lo que te cuentan de ellas.  Hay que comprender que el 80% de lo mostrado es posible conseguirlo por tu cuenta (si eres un coleccionista experimentado sabrás donde buscar).  Un ejemplo claro lo tienes con la Virtual Boy, quizá nunca hayas visto una pero todavía se pueden adquirir de segunda mano, lo importante no es la consola, es su significado, porqué salió al mercado y que repercusión tuvo en su tiempo y en lo que vino después (y lo todavía está llegando).  Sí, hay piezas que valen su precio en oro, pero muchas las puedes adquirir para tu disfrute personal, algo imposible de pensar, por ejemplo, con lo que hay en el Museo del Prado.  Tal vez lo que vayas a encontrarte no tiene un valor económico elevado (dentro de 200 años puede que la cosa cambie) pero su valor cultural es tan importante e imprescindible como el de cualquier otro museo, incluso quizá más, pues la tecnología y la industria del videojuego todavía siguen evolucionando y entender lo que ha ocurrido y lo que pasa en la actualidad te puede ayudar en un futuro, tanto en este sector como en cualquier otro.



Es una lástima destripar todo lo que puedes encontrarte, pues quiero incitarte a que vayas, a que el viaje valga la pena y a que descubras cosas que nunca habrías imaginado encontrar, es por eso que voy a ser algo escueto en las fotos y con el texto aunque alguna que otra cosa debo contar.  Encontrarás colecciones de hardware increibles, software muy antiguo, un pequeño salón recreativo con las mejores joyas originales donde jugar e intentar superar el récord del museo para poner tu nombre en la tabla, máquinas que no hubieras imaginado que existieran y un sin fin de cosas más donde poder interacturar, aprender y disfrutar de la historia del ocio electrónico. No os voy a engañar, no se va a poder ni probar todo pero sí gran parte de lo que encontréis. Es una lástima que los WC no estuvieran tematizados, pues hubiera sido la guinda del pastel.



Para terminar deciros que el personal es muy simpático, que a la entrada tenéis muñecos gigantes con los que poder hacerte una foto ya que puedes hacer todas las fotos que quieras dentro del recinto y que una vez finalicéis la visita paséis por su tienda, no es muy grande pero tiene cosas muy chulas a precios asequibles, dónde si no poder comprar un peluche de un mono con tres cabezas.



Los videojuegos no es sólo jugar, es mucho más y tener la posibilidad de realizar una visita a un templo como éste es algo que un autentico amante del mundo debe de realizar al menos una vez en la vida, pues lo que hoy somos se debe a lo que ayer fuimos.

P.D.  No recordaba lo grande que era la Atari Lynx


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