jueves, 17 de mayo de 2018

La edad de oro de los 8 bits

Voy a ser sincero desde el principio: todos los que me conocen saben que mi consola favorita es sin lugar a duda NES.  Quizá los más neófitos en este mundillo puedan sorprenderse, pero tengo infinidad de motivos para otorgar a la consola de 8 bits de Nintendo el más alto escalón en mi top particular.



Mi primer contacto con las sobremesas fue una clónica de Atari 2600 a los 6 años, para luego dos años después proseguir mi camino con una de esas copias de NES con un montón de juegos embebidos, en mi caso la NATO, en el de muchos otros la archiconocida NASA.  Estas consolas de dudosa procedencia y con una infinidad de títulos repetidos (llámese Contra, llámese Battle Tank) eran las que nos compraban los padres en la juguetería de turno para Navidad sin entender muy bien cual era el producto original, únicamente sabían que estaba bien de precio y tenía muchos juegos en su interior.  Eran otros tiempos, las tiendas especializadas no existían, y encontrar clónicas de la gran plataforma de Nintendo bastante habitual, e incluso tenían mejoras como el botón de turbo en sus pads.




Actualmente es inimaginable encontrar una clónica de PS4 con infinidad de juegos dentro, y si estáis pensando en algo como la Polystation os diré que eso ni siquiera llega a la altura de denominarse consola. Sin embargo en los tiempos de 8 bits era muy normal y nosotros ignorantes chavales disfrutábamos de ella cada instante.  Al tener tantos juegos, emprendimos un camino de diversión infinito en el que descubríamos la gran potencia del juego de 8 bits, y no sólo disfrutábamos de los títulos del interior, también podíamos adquirir juegos de NES originales y jugar con ellos, aunque no todos funcionaban correctamente.  Era increíble que hubiera hardware compatible con cartuchos de una consola original sin emulación, de hecho el hardware real funcionaba muy bien, pero no era perfecto, es más, podría afirmaros que cerca del 85% de los cartuchos originales funcionaban, pero los más potentes como Super Mario Bros 3 o Battletoads se quedaban en el camino.  Para terminar deciros que estas máquinas no pasaban los exhaustivos controles de calidad, por lo que terminaban fundiéndose en un par de años.



Cuando tenía 10 años, la NATO paso a mejor vida.  Fue un golpe muy duro, había crecido con esa gran generación de los 8 bits y mis anhelos de jugar al Battletoads no iban a esfumarse tan fácilmente.  Así que después de unos meses de tristeza llegaron las Navidades del 92, cuyo producto estrella era la gran Super Nintendo, un paso a los 16 bits muy caro que hacía el convencer a mis padres para que me la compraran una misión imposible. No obstante y gracias a eso, el precio de la NES se desinfló a niveles insospechados, siendo la gran oferta de Continente (ahora Carrefour) para la campaña.  Si, amigos, la NES original con un pad y el primer juego de Batman por únicamente 5000 de las antíguas pesetas (30 euros al cambio).  



El nuevo camino de los 16 bits me abrió otra vez el de los 8 gracias a la escandalosa bajada de precio. Convencer a mis padres para que esas Navidades tuviera una NES nueva fue muy sencillo, pues su coste era 6 veces menor, incluía un juego y los futuros cartuchos también serían más asequibles.  Es verdad, no tenía tantos juegos como en la NATO, pero era una consola original, podía jugar a los mejores como SMB3 y Battletoads y podía elegir entre las ofertas, pues mis padres me dejaban comprar algún que otro juego de vez en cuando.



Los juegos de antes eran (y todavía siguen siendo) divertidos, tienen todo lo que hay que tener para jugarlos una y otra vez, pues nunca me he cansado de ellos.  Nintendo tiene unos controles de calidad impresionantes y sus máquinas son muy robustas, de hecho, sigo teniendo conectada mi NES (que en breve va a cumplir 25 años) a un televisor con sintonizador analógico y sigue funcionando como el primer día. De hecho, sigo jugando con ella (a pesar de la Mini NES), pues el hardware real es fascinante.  



No tiene tiempos de espera, no se agota la batería del mando, no necesita conexión a internet, los cartuchos vienen sin bugs desesperantes, desprende magia donde antes no existía nada, vio nacer grandes franquicias que todavía siguen vivas (Mario, Zelda, Castlevania, Final Fantasy, Metroid y un largo etcétera) y no necesita grandes gráficos para que sea divertida. ¿Qué más queréis?.  De hecho he decidido (en la medida de lo posible) ir poco a poco agrandando la colección.  La verdad es que ya he empezado consiguiendo el cartucho de Tetris y espero que sea el primero de muchos más que le van a seguir para agrandar mi antigua colección.



Para terminar quería dar las gracias a todos aquellos que siguen recordando la era dorada de los 8 bits con todos sus blogs, sus podcast y sus vídeos.  Mi poco tiempo libre únicamente me deja un breve espacio de tiempo para este blog @readyplayerland y el podcast de @cafeconnintendo, pero hay gente que vive todo esto mucho más que yo, como es el caso de @_nandeZZZZ_ que tiene una sección dedicada a Famicom (la versión nipona de NES) y que os recomiendo encarecidamente, pues ya no es sólo entretenimiento, la cultura del ocio electrónico se transmite gracia a todos aquellos que ponen su granito de arena para hacer comprender al resto, que todo lo pasado, fue igual o más divertido que las novedades actuales.  Es verdad que hay que vivirlo todo, pero sin olvidar de donde venimos.



La edad de oro de los 8 bits

Voy a ser sincero desde el principio: todos los que me conocen saben que mi consola favorita es sin lugar a duda NES.  Quizá los más neófit...